Jugar es algo esencial para las personas. En la temprana edad es la manera en que adquirimos conocimientos experienciales como colaborar con otras personas, negociar, resolver problemas, etc.

Más adelante, el juego nos acompaña constantemente; cuando competimos en un torneo deportivo, en los juegos de cartas con amigos o cuando nos “ponemos la camiseta de nuestro país” siguiendo las olimpiadas, pero también cada vez que dejamos la seriedad un poco de lado y bromeamos, exageramos o actuamos en junto a personas con las que tenemos confianza, como nuestras parejas, familias o amigos.

En todos estos casos, experimentamos emociones que nos dan placer, nos entusiasman, nos movilizan.

¿Es posible llevar estas experiencias al trabajo y así transformarlo en un “juego productivo”?

En SAWA sabemos que sí porque aplicamos gamificación en todos nuestros Programas de Incentivos, Reconocimiento y Fidelización, al incorporar elementos del juego en el ámbito laboral.

La relevancia de la aplicación de estas metodologías es alta, ya que tras la serie de acontecimientos que han golpeado al mundo entero y la gran incertidumbre que percibimos, mantener la motivación laboral es un desafío cada vez más grande, sobre todo en nuestra región latinoamericana donde la productividad laboral está lejos de los estándares de economías más desarrolladas.

Por ello, utilizar el juego para aumentar la productividad y retener los talentos dentro de las organizaciones surge como una excelente alternativa, pues, de esta manera, tanto las empresas como las personas logran sus objetivos de manera desafiante y entretenida.

La experiencia dicta que estas metodologías son aplicables a infinidad de rubros tales como el automotriz, retail, banca, seguros, telecomunicaciones, educación, salud, generando mejoras en diversidad de indicadores cruciales como ventas, calidad de servicio, procesos operacionales o índices de seguridad.

La clave es poder sistematizar el juego desde el análisis del rendimiento de las personas, utilizar tecnología para establecer estímulos comunicacionales de manera consistente y segmentada, como rankings, desafíos, concursos, categorías, capacitaciones, etc., y por último, reforzar las actitudes, acciones y logros de manera significativa con reconocimientos y recompensas no monetarias.

Se busca que el colaborador se encuentre constantemente conectado con su propósito laboral, recibiendo estímulos que lo motivan a crecer, que pueda ver su progreso día a día y que se sienta reconocido por su equipo, jefatura y organización. Para ello, una herramienta muy efectiva es contar con un sistema de puntos redimibles por premios en un catálogo variado para cada interés y nivel de desempeño, el cual permite a los colaboradores soñar y encauzar sus conductas en el tiempo.

Dado el entorno cambiante, todo líder en una organización tiene la obligación de reinventar constantemente la forma en que lleva a cabo su negocio. Una de las maneras de reinventarse es incorporar la gamificación en sus dinámicas laborales para aumentar la productividad.

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