Sé que la siguiente afirmación marcará un punto de inflexión entre tú y yo, separándonos para siempre o uniéndonos hasta que los dinosaurios regresen, pero aquí voy:

Jack cabía en la tabla.

Si Rose le hubiese dado espacio el final habría sido otro y Jack no se habría congelado hasta morir. Pero no fue así. Bueno, tampoco la culpamos a ella, bien que a él le gustó quedar de héroe y “morir por amor” cuando pudo ponerse a nadar e intentar encontrar otra tabla sobre la cual flotar.

Pero lo que tenían Jack y Rose, ¿era realmente amor?

Y es que a veces confundimos miedo, dependencia, costumbre, idealización (y la lista continúa) con amor; y algo similar le sucede a algunas personas en el ámbito laboral, dando pie a relaciones o ambientes laborales tóxicos, respectivamente.

Muchos colaboradores normalizan estos ambientes laborales tóxicos o deprimentes por el miedo a quedar sin trabajo o porque creen que en todos los lugares las cosas funcionan de la misma manera, es decir, igual de mal. De esta forma, se genera una especie de conformismo crónico, el cual los envuelve y obliga a autoconvencerse de que “están bien allí”.

Pero, ¿qué tan grave puede ser esto?

Según una investigación desarrollada por la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, los empleados que se desenvuelven en un entorno tóxico “propagarán sentimientos negativos entre otros compañeros de trabajo”, lo que más temprano que tarde se traducirá en “estrés, agotamiento, depresión y ansiedad innecesarios entre los trabajadores”.

Como si esto fuera poco, tal estudio demuestra la relación directa que existe entre un ambiente laboral tóxico y un impacto negativo en el compromiso de los trabajadores con la compañía. Es decir, en un ambiente de trabajo contaminado todo el mundo pierde. Los trabajadores intoxicados terminan intoxicando a la empresa y generando diversas consecuencias, tales como: poca motivación, baja en la productividad, alta rotación, entre muchas otras.  

Y es que “un ambiente de trabajo tóxico es un factor climático que destruye la sensación de seguridad de una persona y, por lo tanto, tiene un impacto negativo en el bienestar”, agrega la investigación.

¿Cómo abordarlo?

Según los autores, el apoyo organizacional es clave para modificar este entorno e impactar positivamente en los empleados, mejorando así su compromiso con la organización. Una de las maneras más efectivas para abordarlo es entregando soporte concreto a los trabajadores, pues esto, además de dar seguridad, fortalece el sentido de pertenencia con la compañía en la cual se desenvuelven a diario.

Generar un ambiente de trabajo colaborativo, reforzar la seguridad y confianza en los colaboradores, reconocer e incentivar las buenas prácticas y alimentar el sentido de pertenencia son aspectos claves a la hora de combatir un ambiente laboral tóxico.

En resumen, cuando de ambiente laboral se trata, nadie tiene que morir ahogado, pues todos caben en la tabla laboral si existe compromiso, colaboración y buena disposición.

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